Finca "La Isabela"
En una de tantas entrevistas que le hicieron, le preguntaron a Alfredo Landa acerca de la crisis que el cine vivía en ese momento, y él respondió que “el cine ha estado en crisis toda la vida”. No le falta razón. Es algo que siempre se ha dicho. Y es que la trayectoria del cine español ha sido muy turbulenta. Escasez de presupuesto, censura, dudosa calidad en géneros como “el destape”… Estos y algunos más son elementos que no contribuyen en absoluto a que el espectador tenga buena imagen de nuestro cine. Y es algo tremendamente injusto, porque oiga: hay muy buen cine español. Hay auténticas obras de arte que, por desgracia, no salen a relucir tanto como sería deseable. Basta con ver alguna película de Buñuel o Berlanga para entrar en otra dimensión del cine patrio.
Los que sí están de capa caída
son los cines, en plural. Las salas de cine. Disfrutaron una época gloriosa en
la que había directores españoles que rodaban cuatro películas al año, y los
primeros actores no daban abasto al compatibilizar rodajes con obras de teatro.
La Gran Vía de Madrid, nuestro Broadway particular, llegó a tener trece salas. No
había centro comercial de barrio que no tuviera su sala de cine, y hogaño no
hay centro comercial de barrio que no haya visto remplazado su cine por un
gimnasio. O por un supermercado, que también los hay. Nuestro Broadway
particular se ha convertido en un enorme muestrario de multinacionales de la moda.
No estoy a favor ni en contra: creo que hay que saber adaptarse a los nuevos
tiempos, y está claro que los cines no supieron hacerlo en su momento, aunque
parece que se está revirtiendo la situación. El coste de las entradas es muy
elevado (o quizá nuestros sueldos son muy bajos, que también), del precio de
las palomitas mejor no hablemos, y con la llegada de internet, el acceso a las
películas se hace de forma mucho más cómoda y directa, sin ser necesario pasar
por taquilla. Quizá el cine no está en crisis, porque se siguen rodando
películas año tras año: son las salas de cine las que están sucumbiendo.
Volviendo a los años de expansión
del cine, huelga decir que, además de haber directores prolíficos y actores llenos
de proyectos, también había productores que impulsaban todo este negocio. Y en
este acto entra en escena la familia Patuel Enrique, y con un claro papel
protagonista, D. Enrique Patuel Enrique.
--------- ENRIQUE PATUEL ENRIQUE ---------
Enrique Patuel Enrique fue un
conocido empresario de Madrid. Era el séptimo y último hijo de una acaudalada
familia castellonense. Gozó de buena posición social y se relacionó con gente
de la aristocracia, grandes empresarios y políticos. Se casó con Dª Eulalia
Sánchez de Molina del Río, y tuvieron ocho hijos: Enrique, Eulalia, Ramón,
Dolores, Vicente, Hilario, María y Rosa María. Prueba de su elevada categoría
social son las trayectorias de sus hijos, de las cuales mencionaré dos: las de
Eulalia y Vicente.
- Eulalia se casó en 1951 con el Ministro Plenipotenciario y Visitador de Consulados del Perú, D. Eduardo Ribera Schreiber. La boda tuvo lugar en la iglesia de Jesús de Medinaceli, y bendijo la unión el nuncio de Su Santidad, monseñor Cicognani. La madrina fue la marquesa de Medinaceli, siendo testigo el duque de Medinaceli, y asistieron a la misma mariscales, ministros y gente de alta alcurnia.
- Vicente fue un conocido productor de cine en las décadas de los 60, 70 y 80. En 1975 produjo, entre otras, la película “Striptease a la inglesa”, protagonizada por Carmen Sevilla, con quien se casó diez años después. Ambos decidieron dejar atrás su pasado cinematográfico y comprar una finca en Herrera del Duque, donde se dedicaron a la agricultura y la cría de ganado lanar. Parece ser que la finca no resultó ser un negocio tan rentable como esperaban, y en 1991 Carmen aceptó la propuesta que Telecinco para presentar el Telecupón, en el cual dejó marcado su sello personal. Todos los que vivimos aquella época recordamos sus despistes, su acento andaluz a la hora de nombrar “el cuponsito” y sus adoradas ovejas de Herrera del Duque, a las que siempre mencionaba como “mis ovejitas”. Vicente falleció el 23 de abril de 2000, de forma totalmente inesperada y a consecuencia de un infarto. Tenía 68 años.
Enrique Patuel Enrique y su hijo Vicente, recibidos por Francisco Franco
Enrique y su hermano Vicente formaron
parte de la gloriosa etapa de expansión de los cines y los teatros. Eran muy
queridos entre los actores y autores españoles. Obras de Vicente son tanto la
construcción del Cine Avenida (hoy reconvertido a tienda de ropa “H&M”) como
la del Teatro Nuevo Apolo, entonces Teatro Progreso. Este último nació con la
idea de compensar la pérdida del Teatro Apolo original, que estaba situado en
la calle de Alcalá, y fue derribado para edificar en su lugar la sede del Banco
de Vizcaya. A consecuencia de esta pérdida, Vicente adquirió un edificio en la
plaza del Progreso (hoy plaza de Tirso de Molina), y tras desahuciar a los
inquilinos del inmueble, acometió la demolición del mismo y posterior
construcción del nuevo teatro, cuya ejecución se valoró en tres millones de
pesetas.
Enrique, que ya tenía entre sus
propiedades el Cine Gran Vía, fue el artífice del Cine Españoleto, que estaba
situado en la calle de Fernández de Los Ríos, 67. Un supermercado ocupa hoy lo
que en su momento fue el cine con la pantalla más grande de Europa. Fue
inaugurado el 7 de noviembre de 1964, con la proyección de la película “La
Noche de la Iguana”. Contaba con patio de butacas y entresuelo, y en 1973
estrenó el novedoso sistema Vistarama, que con su pantalla cóncava superaba en
superficie y calidad al tradicional Cinerama. Inició su trayectoria como cine
exclusivamente de estrenos, reconvirtiéndose con los años en cine de sesión
continua y versión original, hasta la llegada de su cierre definitivo en 1988.
Inauguración del Teatro Avenida, posteriormente Cine Avenida, en la Gran Vía de Madrid
Noticia de la compra del edificio donde se ubicará el nuevo Teatro Apolo
Folleto informativo del Cine Gran Vía, propiedad de Enrique Patuel
Anuncio en el periódico ABC de la inauguración del Cine Españoleto
Invitación a la inauguración del Cine Españoleto
D. Enrique Patuel Enrique era un
atareado hombre de negocios. Como tal, necesitaba un lugar donde relajarse,
donde desconectar del ajetreado Madrid de los años 40, viendo la ciudad desde
la distancia, disfrutando del campo y la naturaleza. Ese lugar existía, y se
llamaba La Isabela.
--------- LA ISABELA
---------
La Isabela era una finca de
recreo ubicada en medio del campo, en plena naturaleza, rodeada de vegetación,
a salvo de miradas indiscretas y con todo el lujo que cualquiera pudiera desear.
Hago bien en hablar en pasado, ya que poco de lo relatado anteriormente sigue
existiendo. No solo la mayoría de los edificios amenazan ruina (cuando no están
prácticamente derruidos), sino que todos los enseres han sido expoliados o
vandalizados. Además, y por si no fuera suficiente, ni siquiera se sigue
ubicando en medio del campo: este ha sido sustituido por una gran urbanización
de lujo que rodea a La Isabela en más de la mitad de su perímetro.
No debemos dejarnos engañar por su
ficha catastral: esta indica que la casa está construida en 1975, cuando en
verdad ya estaba edificada casi 40 años antes. En la esquela publicada en ABC
con motivo de la defunción de Dª Eulalia, a la sazón esposa de D. Enrique,
queda reflejado que falleció en esta misma casa el 27 de marzo de 1945. Además,
aparece en las fotografías aéreas realizadas por el Vuelo Americano de la Serie
B (1956-57), aunque en estas fotos se puede comprobar que no hay construido más
que la casa principal, apreciándose los cimientos de lo que en el futuro serán
el resto de edificaciones. En la comparativa utilizo la fotografía tomada por
el Vuelo Interministerial, que tiene mayor nitidez.
Esquela de Dª Eulalia Sánchez de Molina y del Río, esposa de D. Enrique Patuel Enrique
Comparativa del declive de La Isabela
La finca ocupa una superficie de
680.371 m2, en su inmensa mayoría cubiertos por arbustos, pinos de
reforestación y monte bajo en general. Estos dan cobijo a la fauna autóctona:
águilas, rabilargos, urracas, verderones, conejos, ginetas, jabalíes, liebres,
zorros… Todo este terreno está catalogado actualmente como parque natural,
quedando protegidas tanto la naturaleza como la finca en sí misma, ya que no está
permitida la ampliación de inmuebles existentes o la edificación de otros nuevos.
El área habitable tenía una casa
principal de, aproximadamente, 850 m2. Todas las estancias se orientaban
en torno al patio central. No tenía jardines ¿para qué? Como si hubiera mejor
jardín que la propia naturaleza. Disponía asimismo de casa de guardeses y dos
viviendas anejas más, probablemente para alojamiento de la servidumbre. También
había caballerizas y cochera, así como piscinas al aire libre y cubierta,
sauna, baño turco y gimnasio. Todas las superficies construidas superaban, en
conjunto, los 2000 m2. Conviene resaltar que, en el momento de su
construcción, la finca estaba ubicada en medio del campo, sin carretera directa
de acceso, lo que dificultaba enormemente el traslado de materiales y personal.
Verano de 2018
El hecho de tener que atravesar
una urbanización de lujo para poder acceder a la finca no me facilitaba las
cosas, de modo que tuve que dar un rodeo importante. Cuanto más me alejaba del
núcleo urbano más se complicaba el camino, con enormes surcos provocados por el
agua de lluvia y grandes piedras que entorpecían el paso del coche. Quizá hubiera
sido más conveniente acceder a pie, pero era algo que no se me pasó por la
cabeza. Ese mes de agosto fue especialmente caluroso, y la distancia a recorrer
no era corta precisamente.
Visitar un lugar abandonado
siempre entraña riesgos. El riesgo se multiplica si ese lugar está ubicado
cerca de zonas muy pobladas, ya que hay muchas más probabilidades de encontrar
okupas, gente sin techo o, en el peor de los casos, delincuentes. Por eso no
las tenía todas conmigo cuando dejé aparcado el coche junto a la piscina, y
pasaron bastantes minutos hasta que pude estar seguro de que estaba
completamente solo. Fue entonces cuando comencé a darme cuenta de dónde estaba,
y empecé a disfrutarlo.
Vistas desde la terraza de la piscina de verano
Las vistas son impresionantes.
Estamos a casi 760 metros de altitud, con una posición predominante sobre todo
lo que nos rodea, ya que la casa principal está en la cima del cerro. Desde
nuestra ubicación podemos apreciar la naturaleza en su máximo esplendor: monte
bajo, pinares, el silencio del campo roto por la estridulación de las cigarras…
y, a menos distancia de la que sería deseable, chalés y carretera. Esta zona se
ha convertido, con el paso de los años, en un refugio de fin de semana para
numerosos habitantes de Madrid, que vienen a reponer fuerzas y a disfrutar de
unas horas de descanso.
Visitar una finca de recreo y
comenzar por la piscina parece el mejor de los planes. Soy de imaginación
rápida, y me veo tomando una copa en el agua, refrescándome mientras disfruto
del paisaje. Por desgracia la realidad no es tan bucólica: lo que era una
grande y elegante piscina se ha convertido en un vertedero en el que descansan
los restos de un SEAT Panda. Me consta que el coche lleva ahí metido muchos
años, aunque cada vez presenta peor aspecto. El motor yace en un rincón, en
otro hay una puerta, por otro lado asoma parte del maletero…
"Mamá, en la piscina hay un panda... un SEAT Panda"
"y se ha quitado toda la ropa"
Cuarto de la depuradora
Vista de la casa principal desde la piscina
El ambiente de mi imaginación es
mucho más agradable que ver tanto destrozo, de modo que vuelvo a mi mundo interior.
Ya en él, decido salir de la piscina y subir por la escalinata hacia la casa
principal. Desafortunadamente la dura realidad me saca de nuevo de mi feliz
sueño. De la casa principal apenas quedan las paredes exteriores: la tabiquería
interior está prácticamente desaparecida, lo mismo que el forjado, la planta
superior y el tejado. Cuesta imaginarse cómo era esta casa en su momento de
mayor esplendor. Dado que el interior está lleno de escombros y maleza, haciéndolo
prácticamente inaccesible, opto por dar un rodeo y admirarla por fuera. La casa
está construida en ladrillo y piedra, es muy grande, y todo apunta a que tuvo
muy buena presencia.
Fachada de la casa principal. Donald se prepara para darse un baño
Puerta lateral de la casa, de acceso directo a la piscina
Detalle de una de las ventanas, con bombilla en la parte superior
Parte posterior de la casa, con la puerta de acceso a la cocina
Al final puedo entrar por la
puerta trasera, a través de la cual se accede a la cocina. Es muy grande, y aún
conserva la cocina económica y el enorme fregadero de aluminio. Las paredes
estaban cubiertas de azulejo amarillo, y albergan varias estanterías de obra.
Todo está destrozado: se aprecian con nitidez las canalizaciones de la luz, así
como todo el entramado de tuberías para la calefacción. Sorprendentemente aun
quedan varios radiadores de hierro fundido, de la marca Roca. Son de las
primeras cosas que suelen desaparecer en los lugares abandonados. Junto a la cocina hay una escalera de acceso a la segunda planta.
Las ventanas primitivas tenían forma elíptica en su parte superior, condenada con la instalación de nuevas ventanas con persianas de accionamiento interior
Vista general de la cocina
Detalle del fregadero y la cocina de carbón o leña
Termo acumulador de agua caliente
Detalle de los remates de la pared con el techo, hechos de escayola
Que el último apague la luz
Ante la ausencia de forjado sobre el que apoyarse, los radiadores de dos dormitorios quedan sujetos por una de las vigas.
Vistas de lo que queda de la segunda planta
Tras salir de la cocina, continué rodeando la casa hasta que llegué a la puerta principal, por la que me adentré. Pude acceder a una habitación y un cuarto de baño. Por el tipo de ornamentación de las paredes, yo diría que me hallaba en un salón o despacho.
Puerta principal de la casa
Detalles ornamentales en las paredes
Detalles de uno de los cuartos de baño
En un costado de la casa está la
cochera, que es con diferencia el edificio mejor conservado del conjunto. Tiene
holgada capacidad para cinco coches, y yo, que soy un gran aficionado a los
coches antiguos, visualizo en mi mente los coches que podrían haber tenido
guardados. Siendo una familia de tan alto nivel, quizá tuvieran un Mercedes o
un Jaguar para realizar largos desplazamientos. A lo mejor tenían también un descapotable
para pasear por la zona. Quizá incluso tuvieran un pequeño 600 para realizar
los desplazamientos cotidianos al pueblo cercano… En este caso la realidad
supera a la ficción, y el SEAT 600 de mi imaginación se ha convertido en un 600
de verdad, aunque este luce un aspecto mucho más lamentable del que yo pudiera
esperar. El pobre ha sido expoliado, golpeado y calcinado, y no vale más que
para ser admirado y fotografiado en este entorno.
Las dos casas anejas están en
mejores condiciones que la casa principal, quizá porque no tuvieran tantos
elementos expoliables, aunque han sido convenientemente destrozadas. Cuesta
identificar sus estancias, con excepción del salón y el baño, que son fáciles
de ubicar. Una de las casas tiene cochera, aunque ahora solo tiene restos de
electrodomésticos de los años 70 y 80.
A continuación encontramos las caballerizas, totalmente irreconocibles, y solapada a estas se encuentran el bañoñ turco, del que apenas quedan restos, y la piscina climatizada. Es grande, el fondo está escalonado y toda la superficie de la misma está lucida con azulejo gresite. La cubierta está formada por un armazón de aluminio que hace forma de tejado a dos aguas, con la parte inferior practicable para poder realizar la ventilación, y totalmente cerrado con cristal traslúcido reforzado con cable de acero. En la parte baja del armazón se aprecian restos de la instalación de calefacción, que caldeaba la piscina con convectores de agua sobre-calentada. Sin los conocimientos actuales de aislamiento térmico, da escalofríos pensar en la cantidad de energía que se debía necesitar para calentar todo el volumen de aire que cubica esta estancia. No hay que olvidar que estamos en plena sierra: aquí los inviernos son muy duros.
Fachada de una de las casas anejas
Otra de las casas anejas
Vista de las casas anejas desde la piscina de verano
A continuación encontramos las caballerizas, totalmente irreconocibles, y solapada a estas se encuentran el bañoñ turco, del que apenas quedan restos, y la piscina climatizada. Es grande, el fondo está escalonado y toda la superficie de la misma está lucida con azulejo gresite. La cubierta está formada por un armazón de aluminio que hace forma de tejado a dos aguas, con la parte inferior practicable para poder realizar la ventilación, y totalmente cerrado con cristal traslúcido reforzado con cable de acero. En la parte baja del armazón se aprecian restos de la instalación de calefacción, que caldeaba la piscina con convectores de agua sobre-calentada. Sin los conocimientos actuales de aislamiento térmico, da escalofríos pensar en la cantidad de energía que se debía necesitar para calentar todo el volumen de aire que cubica esta estancia. No hay que olvidar que estamos en plena sierra: aquí los inviernos son muy duros.
Acceso al baño turco y la piscina climatizada
Baldosa hidráulica cubierta de capa vinílica, comúnmente conocida como "Sintasol"
Baño turco
Cuando atravesemos este arco apuntado accederemos a la piscina
Convectores de agua sobre-calentada para la climatización de la piscina
Cubierta acristalada practicable
Fondo escalonado
Detalle del azulejo gresite
Vista de las caballerizas, el baño turco y la piscina desde la casa principal
Hay más estancias a las que no
puedo acceder, porque la vegetación y el sentido común me lo impiden. Es una
lástima, aunque me quedo con el buen sabor de boca de haber podido, aunque sea
por unos instantes, vivir en una finca de lujo, rodeado de naturaleza y en un
ambiente discreto y tranquilo.
--------- EPÍLOGO
---------
Venir a esta finca no estaba
contemplado en mis planes para ese día. Mi propósito era ir a un abandono
cercano, y buscando la ruta de acceso al mismo descubrí los restos de esta
finca. No podía dejar pasar la oportunidad, y desde luego no me arrepiento ni
un ápice. Eso motivó que, a pesar de que suelo informarme previamente acerca
del sitio que voy a visitar, en este caso fui a ciegas.
Cuando me dispuse a buscar su historia
para elaborar el reportaje, me di de bruces con la escasa información
disponible. Fueron días de búsqueda por las redes sin obtener resultados. Nada
ni nadie podían decirme qué era esa finca, o a quién perteneció. Quiso la
casualidad que encontrara la esquela de defunción de Dª Eulalia Sánchez de
Molina del Río, y en ella se indicaba que había fallecido en esta finca. Al
menos había encontrado un hilo del cual tirar. Después descubrí la historia de
su marido Enrique, de su cuñado Vicente, de sus hijos…
Por otro lado me topé con el
proyecto de declaración ambiental para la reconstrucción de las edificaciones existentes
en la finca. Este comprende la rehabilitación de la casa principal y la de los
guardas. Por fortuna, en la reconstrucción se respetarán tanto los materiales
utilizados como las dimensiones de las viviendas, de modo que la casa
recuperará todo su esplendor. Por desgracia, al estar ubicadas en un parque
natural, deberán ser demolidas todas aquellas estructuras que no sean
rehabilitadas, como son las casas anejas, la cochera y la piscina climatizada.
El proyecto me ha proporcionado asimismo planos de como eran las construcciones
y, en caso de la casa principal y la de los guardas, de cómo van a quedar tras
su restauración. Sin embargo desconozco si la finca sigue perteneciendo a los
descendientes de la familia Patuel Enrique.
La exploración de sitios abandonados
invita a investigar acerca de los lugares que se han visitado. Una de las consecuencias
más maravillosas que tiene este mundo es lo mucho que puedes aprender sobre
cosas que ni te imaginas. Un motivo más para seguir explorando y seguir
creciendo.
Referencias:
Excelente articulo. Frecuento el lugar con mi bicicleta y siempre me había preguntado a quién pertenecería la casa y la finca, pero no resultaba fácil encontrarlo en internet. Ahora, gracias a ti, se han despejado mis dudas. Muchas gracias.
ResponderEliminarPepe, no te haces a la idea de lo que me costó dar con los propietarios. Tan es así que tuve que rehacer todo el texto cuando ya lo tenía completamente terminado. Pero a base de buscar y con mucha suerte di con una noticia que me llevó de lleno hasta los propietarios, tan ilustre familia. ¡Agradezco un montón tu comentario!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta tu artículo. Por casualidad tuve la suerte hace unos días de pasar por la finca, camino de la presa de el Gasco. Inevitable preguntarnos de quien era y dudando si habría referencias en internet, me he encontrado con tu información.
ResponderEliminarEnhorabuena por el trabajo. Muchas gracias y un placer leerte. Mariena
¡Muchas gracias Mariena!
EliminarHemos vivido la misma situación: yo iba con la intención de visitar la presa, pero además descubrí esta finca tan espectacular. No fue nada fácil encontrar información, pero al final, tirando de un hilo y de otro... zas! Me obligó a rehacer todo el reportaje, pero mereció la pena, porque es un sitio de lo más interesante.
¡Espero que sigas por aquí por mucho tiempo! =)
Un cordial saludo.
Muchas gracias por tu información. Paseo por aquí a menudo y como soy poeta, me senté a los pies de un árbol de la casa y escribí este poema :
ResponderEliminarPaseo por las ruinas
de lo que fue un hogar
que encontré en los pinares.
Hay hierros retorcidos y ladrillos
y graffitis por todas las paredes.
Cómo encontrar belleza
en la devastación,
cómo llegar a aquel humo de entonces,
cómo no oler aquel perfume tierno de la jara pringosa,
la que ahora huelo yo.
Cómo pasar de largo
a la presencia de ellos,
cómo no imaginar lo que veían
desde cualquier ventana
que se abría a la luz
descansando en sus ojos
cualquier cielo entre rejas.
Tengo lleno de flores mi vestido,
y al mismo tiempo,
del cementerio ahogado
de este esqueleto
que un día no lo fue.
Pienso en silencio
porque aquí todo duerme
y no hay que despertarlos.
Fíjate lo que han dado de sí estas ruinas que ahora sé de su historia gracias a ti.
Caray: ¡Qué bonito! Muchas gracias por compartirlo, y muchas gracias por tu valoración =)
EliminarPara hacernos una idea, ha debido de pasar mucho tiempo, según leí y me puse a investigar por mi cuenta, uno de los hijos de Enrique Patuel, "Vicente" fue el último marido de Carmen Sevilla, fallecido hace unos años,algo encontré del resto de los ya nietos, de hecho alguno tenía una finca dedicada a bodas, bautizos y comuniones. Por otro lado, una vecina de la zona me comentó que a primeros de los 80 la casa estaba "aparentemente bien" e incluso la piscina en condiciones por lo que se veía desde fuera. He intentado buscar sobre el incendio, aparece uno en la zona por 1998, aunque por la imagen que da la edificación, más bien parece un incendio exclusivo de la casa. Interesante leer investigaciones como la tuya!
ResponderEliminarEn el artículo hablo sobre Vicente y su matrimonio con Carmen Sevilla. Desconocía la historia del incendio, echaré un vistazo. ¡Muchas gracias!
EliminarAcabo de venir de la casa que pena que este tan vandalizada alguien sabe si vivieron carmen Sevilla y Vicente patuel en ella y desde que año está abandonada gracias por la información
ResponderEliminarDesconozco en qué momento quedó abandonada. Dudo que en ella vivieran Vicente Patuel y Carmen Sevilla: esta casa era de los padres de Vicente, y al morir pasó a pertenecer a todos los hermanos. Supongo que la utilizarían como finca de recreo.
EliminarGracias por la información tenía curiosidad de saber quién viví aquí y en qué momento se echó a perder. Por que la familia no la mantendría??
ResponderEliminarLlego casi un año tarde ;)
ResponderEliminarExcelente historia y trabajo de investigación.
He visitado La Isabela en un par de ocasiones. En la última, en 2015, volé mi dron (aún no estaba regulado como ahora).
Aquí tenéis un fragmento:
https://vimeo.com/684201854
¡Nunca es tarde! Agradezco mucho tu comentario y valoración, y agradezco lo que comentas del dron. Me gustaría contactar contigo en privado: tengo la intención de hacer un vídeo sobre La Isabela, y sería genial contar con tu grabación. Aparte del correo electrónico, ¿Tienes canal de YouTube o Instagram?
EliminarGracias, sí, mi correo electrónico es gustavoms@nublaproducciones.com.
ResponderEliminarPodemos hablarnos por ahí :)
¡Hecho! =)
EliminarComo veo que filtras los comentarios, este es sólo para tí.
ResponderEliminarSi prefieres que hablemos por teléfono, mi número es 687958654.
También he sido urban explorer por España y Europa, https://vimeo.com/60648751
y mi perfil profesional es de realizador audiovisual.
No tengo Canal Youtube ni Instagram, pero en Vimeo puedes ver más cosas mías :)
Buenas.
ResponderEliminarYo tambien tengo videos con mi drone.
Un saluduo.
Paulrcuevas@hotmail.com
Lo tendré en cuenta. ¡Muchas gracias, Paul!
EliminarBuenos días. Soy primo hermano de Enrique Patuel Sanchez-Rubio, nieto de Enrique Patuel Enrique e hijo de Enrique Patuel Payá. La información descrita es muy correcta aunque hay una imperfección. Enrique Patuel Enrique se casó con Teresa Payá y tuvieron un hijo, Enrique Patuel Payá. A los seis meses de nacer, Teresa falleció y Enrique Patuel Enrique se volvió a casar y lo hizo con Maria Eulalia, que era la recepcionista de uno de sus cines. La finca es una pena. Mi primo recuerda haber estado allí con su abuelo en todo su esplendor, hubiera sido una maravilla conservar fotos para comparar…
ResponderEliminarBuenas tardes. No imaginas cómo agradezco tu comentario, y en cuanto tenga un momento de calma procederé a editar la información. Es una auténtica lástima ver cómo está la finca, que ha tenido que ser extraordinaria. Si fueras tan amable, me gustaría que me contactaras por correo electrónico, esta es mi dirección: despobladosyabandonados@gmail.com
EliminarMuy buenas noches y TODA MI ENHORABUENA, por el pdeazo trabajo que te has pegado y la publicación que has hecho sobre la Finca de la Isabela. Justo hoy estuve por ahí y la descubría y me la recorrí entera. Nada más llegar a casa busqué información y me encuentro con esto, que para mi tiene un valor espectacular.
ResponderEliminarMe intriga, si pudiera ser, ver esos planos que tienes de la finca o donde podría conseguir verlos, por me encantaría poder ver como "era" o como fue definido. Posiblemente ponga algún comentario más, porque ya me he leído la entrada como 7 veces y sigo flipando.
Muchísimas gracias por el trabajo, saludos!!
P.D. te dejo mi correo por si me lo puedes mandar a fmorcat1@gmail.com, que lo uso más para cosas como esto.
Muchas gracias por esta detallada y apasionante entrada sobre la Finca La Isabela! Me ha ayudado muchísimo a entender la historia y el contexto de este lugar tan especial. Recientemente tuve la oportunidad de visitar la finca, siguiendo todos los permisos necesarios, ya que es un lugar protegido, y logré capturar un poco de su esencia en video con un dron.
ResponderEliminarTu artículo fue una gran inspiración para conocer más a fondo la finca y, sin duda, me ha hecho apreciar aún más este rincón de la Sierra de Guadarrama. Te dejo enlace al video https://youtu.be/Za6WtABMysE
Agradezco enormemente tu comentario, es de agradecer que se reconozca la labor de uno =)
EliminarSiendo sincero, habría agradecido aún más que, en tu vídeo, a la hora de describir la finca y su historia, también hubieras mencionado la fuente de esa información: este blog. Localizar todos los datos, contrastarlos y reunirlos en este artículo supuso un trabajo de horas, muchas horas. Eso nunca se ve.
Las tomas de tu vídeo son muy chulas. Buen trabajo.