Restaurante "La Perca" y la Caseta de los Pescadores
Los embalses tienen, en
ocasiones, una relación muy directa con los lugares abandonados. Muchos de los que denominamos "pueblos abandonados” (adjetivo controvertido sobre el que
algún día haré un artículo) lo están a consecuencia de la construcción de un
embalse. Algunas veces quedan vacíos porque se prevé que las aguas embalsadas
inunden las tierras de labor. En otras ocasiones son expropiados por las
empresas hidroeléctricas para así poder reforestar toda el área que rodea al
pantano y evitar de ese modo la colmatación por exceso de sedimentos. Más tristes
son los casos motivados por la inundación: Baños de Tiermas y Mansilla de la Sierra son dos
bonitos ejemplos que, una vez al año (dependiendo de la sequía), se dejan ver
cuando el volumen de agua embalsada desciende lo suficiente. En los casos más recientes,
como Las Ruedas de Enciso, se procede de una forma mucho más agresiva:
derribando toda construcción existente. Impacta ver el antes y el después:
donde ayer había un pueblo, ahora hay un solar.
Comparativa aérea de Las Ruedas de Enciso*
Comparativa entre visitas realizadas en mayo de 2017 y enero de 2018
Es obvio que la inundación
artificial de un valle tiene un impacto muy directo sobre la naturaleza que lo compone, la gente que lo
habita y las infraestructuras que en él hay construidas. No solo se inunda el
pueblo o sus campos de cultivo: también sucumben al agua las carreteras, los
edificios singulares como balnearios o castillos… algún pantano español esconde bajo sus aguas incluso alguna ciudad romana. El progreso tiene un precio, y el bienestar de la gente también. Todos
queremos (necesitamos) agua y electricidad, y los embalses son una buena forma
de obtener ambas cosas. Y no solo eso: un embalse puede revitalizar la vida de
la zona, atrayendo negocios antes impensables como, por ejemplo, turismo “de
playa” en medio de la meseta. Pesca, deportes acuáticos… el turismo es un gran
invento.
Propaganda del Embalse de Alarcón
Aunque el Embalse de Alarcón fue
proyectado en la II República, no se inició su construcción hasta 1947. Es, sin
lugar a duda, un magnífico ejemplo que ilustrará todo lo mencionado en párrafos
anteriores acerca de cómo un pantano puede inundar pueblos (Gascas), modificar
sustancialmente el trazado de una carretera principal de un país (la N-III) y
anegar numerosas hectáreas de siembra. No hay duda de que cumplió su principal
objetivo: regular el caudal del río Júcar, generar electricidad y acumular
agua. Además de eso proporcionó a la zona nuevas formas de turismo: se crearon
playas artificiales (las olas de la playa de Valverde de Júcar alcanzan un
metro los días de mucho viento**), proliferaron los chiringuitos e incluso se
construyó algún hotel de grandes dimensiones. Por desgracia, la construcción de
la autovía A-3 con su nuevo y alejado trazado desvió el tránsito de coches,
acortó sustancialmente el trayecto entre Madrid y Valencia y, por ende, llevó a
la ruina a muchos de estos negocios.
Embalse de Alarcón, verano de
2017
RESTAURANTE "LA PERCA"
Llevaba mucho tiempo con ganas de
explorar la primitiva N-III. No hablo de la ruta que conocemos actualmente como
N-III y que pasa por encima del Embalse de Alarcón, sino del trazado previo a
la construcción del citado embalse, que quedó parcialmente inundado y queda
retirado del trazado actual. Descubrí este trazado de casualidad, curioseando
en mapas antiguos e investigando acerca de posibles lugares abandonados en la
zona. Obviamente no cabía otra opción que visitarlo y fotografiarlo.
El día que realicé la excursión,
uno de los tramos habitualmente inundados había emergido por la sequía, pero su
mal estado de conservación desaconsejaba la circulación de vehículos, de modo
que opté por dar un rodeo al pantano y continuar al otro lado del río. Mientras
conducía, llamó mi atención un edificio abandonado situado junto a la
carretera. Tuve el presentimiento de que podía tratarse de un lugar interesante, y
decidí detenerme a investigar. Esta es una de las partes más bonitas de la
exploración: imaginar cómo debía ser ese sitio e intentar adivinar para qué
estaba destinado. En aquel momento solo pude suponer que estaba ante un
restaurante, merendero o chiringuito: grandes salas antaño acristaladas, barra y cocina, un cenador en la parte posterior… dada la cercanía a las aguas
del pantano supuse que podría tener un embarcadero, aunque eso no lo sé con
certeza. Lo que sí puedo asegurar es que era un restaurante, La Perca, y que
gozó de cierto éxito en la época de mayor apogeo del pantano.
Restaurante La Perca
La Perca propiamente dicha
Uno de las salas del local
Menú del día
Decoración con cantos rodados
La cocina
El cenador
Parte posterior del restorán
La CASETA de los PESCADORES
Estaba ya en el coche, a punto de
incorporarme a la carretera, cuando observé en la lejanía un edificio solitario,
en medio del campo, también junto a las aguas del pantano. En los mapas no pude
encontrar ninguna denominación, pero sí logré ver el camino de acceso, y decidí
aventurarme. ¡Cuando se está lejos de casa no se debe desaprovechar ninguna
oportunidad!
Era un edificio
muy extraño. No fui capaz de siquiera imaginar cual era su función. Tenía forma de media luna, y su vista frontal se podía dividir en
dos partes. A la izquierda tenía un cuarto con chimenea y dos ventanas, desde
el que se accedía a otra habitación. La fachada de este cuarto estaba forrada con
troncos de madera. El resto del local, que ocupaba toda la parte central y
derecha, era una terraza. Todo estaba sobre elevado aproximadamente un metro
del suelo. La fachada era de ladrillo y piedra, y el suelo de cantos rodados.
Se trataba de la "Caseta de Los Pescadores". Un
local concebido como caseta de recreo y refugio para los pescadores del pantano
(abundaba el Lucio, la Carpa y el Bass). No albergaba ningún negocio de
restauración. Estaba diseñado para que los pescadores pudieran refugiarse en la terraza cubierta mientras
esperaban a que algún pez picara el anzuelo. La habitación de la izquierda era
el lugar del guarda forestal.
La caseta de Los Pescadores. En primer plano, la garita del guarda forestal
Detalle de los escalones de acceso y del suelo, ambos de piedra
Interior de la garita, con la chimenea
Vista del pantano desde la garita
En esta terraza se refugiaban los pescadores
La Caseta de Los Pescadores
EPÍLOGO
Han pasado años sin que supiera realmente qué eran estos dos lugares. He reanudado la investigación con cierta
frecuencia, deseando encontrar alguna pista. No aparece absolutamente nada de
información sobre ellos en ninguna web ni foro, y quiso la suerte que
encontrara un grupo de Facebook de vecinos de Villaverde y Pasaconsol, quienes
respondieron rápidamente facilitándome los datos que hoy os proporciono. Esto
ha sucedido hace escaso un mes, dos años y medio después de mi visita.
*Cartoteca Digital del Instituto Geográfico Nacional
**"Hoy por hoy, Cuenca" - Cadena
SER, 05/08/2019
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